El envejecimiento, como proceso sistémico, a menudo se manifiesta externamente en sincronía con el declive funcional de los órganos internos. Al explorar los mecanismos patogénicos de la obesidad, un grupo de investigación de Tsukuba se centró en la molécula sensor CtBP2 y descubrió que su actividad reducida está relacionada con el síndrome metabólico, mientras que su activación mejora el metabolismo general. Estudios adicionales revelaron que CtBP2, previamente considerada activa solo intracelularmente, se secreta al exterior celular una vez activada; la interrupción de este proceso acelera el envejecimiento y causa problemas de salud, coincidiendo altamente con la sincronía del envejecimiento sistémico.

El equipo de investigación estableció un método para medir los niveles de CtBP2 en sangre y encontró que su concentración disminuye significativamente con la edad, mientras que los miembros de familias longevas tienen niveles más altos de CtBP2 en sangre. Además, los pacientes con complicaciones tardías de diabetes tienen concentraciones notablemente más bajas de CtBP2 en sangre que la población saludable. Estos datos indican que CtBP2 puede servir como biomarcador para evaluar el grado de envejecimiento individual y el estado general de salud, proporcionando una base cuantitativa para la gestión de la salud.

"El mecanismo de secreción de CtBP2 y su asociación con el metabolismo sistémico nos proporciona una nueva perspectiva para entender la propagación del envejecimiento", dijo el investigador principal. "Al monitorear los niveles de CtBP2 en sangre, podemos evaluar con mayor precisión los riesgos de salud y desarrollar estrategias de intervención dirigidas." Actualmente, la investigación está explorando cómo aumentar la secreción de CtBP2 mediante dieta, ejercicio o fármacos para retrasar el proceso de envejecimiento. Este descubrimiento no solo abre nuevas vías para la investigación antienvejecimiento, sino que también establece las bases para desarrollar indicadores universales de salud. En el futuro, CtBP2 podría convertirse en uno de los parámetros centrales para medir la calidad de vida.